La atracción del pintor Salvador Dali por el bestialismo se pueden observar en algunas de sus obras, como este grabado de su factura.
No en vano, dedico dos cuadros al tema bestialista por excelencia en el arte pictórico occidental: el mito de Leda y el Cisne. A saber, el oleo Leda atómica, de 1949.
Y la aguada titulada El Cisne de Leda, de 1961.
Lo que nadie podía imaginarse es que le gustaba encular patos degollados: esto es una mezcla de avisodomia y necrozoofilia.
La señora Rius, madame y prostituta catalana, cuenta en su biografía que cuando ella trabajaba en la casa de citas San Mario, entró por la puerta un sexagenario Salvador Dalí entre alabanzas de “¡El Divino!”. Lo hizo acompañado por “las suecas”: un grupo de mujeres espectaculares. A continuación pidió un pato, que estaba preparado de antemano. Las mujeres aguantaron al animal mientras él le cortaba el cuello, después ayudaron al genio a bajarse los pantalones y este penetró analmente al ave durante los estertores.
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